PERCEPCION CON ESPRITU CRITICO
Por: Bandaranaike Pardo
En la primera unidad del módulo de ESTETICA, encuentro muy interesante la parte de los sentidos, a veces nuestro cuestionamiento estético es diferente al de los demás y siempre será así dependiendo de nuestra modalidad sensorial, nuestra cognición social y nuestra búsqueda de lo que estamos enfocando en nuestro pensamiento; ya sea un ejercicio a realizar, un trabajo, una acción cualquiera que sea; todos estos enfoques marcan la diferencia en cuanto a nuestra percepción de lo estético y de lo bello.
Nuestro gozo estético tanto visual, olfatorio, auditivo y táctil se pueden percibir por ellos mismos ya que existe en nuestros sentidos una complejidad grande de ellos de acuerdo a nuestra percepción y cognición de lo que deseamos.
En el módulo me llamó mucho la atención esta frase: “La actitud estética, o la forma estética de contemplar el mundo, es colectivamente contrapuesta a la actitud práctica, que sólo se interesa por la utilidad del objeto en cuestión” pues en ella se resume gran parte del significado de estética; pues sin mas o menos palabras es la percepción por la percepción misma la que nos da la posibilidad única de dar una mirada objetiva estética a cada una de las cosas.
Tenía en mente otro concepto de estética pero indudablemente era muy reducido y poco racional; ahora me encuentro con una percepción más amplia y más interesante de ella.
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PELICULA EL PERFUME
Resumen
El Perfume es una película que narra la historia de un asesino JEAN BAPTISTE GRENOUILLE; quien nació en París en el siglo XVIII de una madre que trabajaba en la plaza donde se expelaban olores nanseabundos de todas clases, y en donde fué encontrado debajo del puesto donde vendia su madre pescado; esta se asustó y corrió y pensaron que quería matarlo y por eso la ahorcaron.
JEAN BAPTISTE luego fue llevado a un orfanato en donde desde el primer momento fue rechazado por sus compañeros, pues ellos encontraron algo temeroso en él y quisieron asesinarlo pero no pudieron. Luego este fue creciendo y no habló hasta la edad de cinco años; lo único que hacia era oler y oler pues poseía un desmesurado sentido del olfato único en el mundo.
A los doce años fue vendido a un curtidor y cuando lo vendió la dueña del orfanato también murió cuando le cortaron el cuello para robarle la plata de la venta.
JEAN BAPTISTE trabajó arduamente hasta que lo sacaron a la ciudad y allí empezó a oler nuevos aromas en especial el de una joven la cual siguió y sin querer asesinó y quedó encantado con su aroma hasta convertirse en una obseción.
Luego conoció a un perfumero que quedó sorprendido con su talentoy quien luego compró al curtidor quien también murió accidentalmente.
El perfumero prosperó gracias a el don de BAPTISTE, quien le pidió el favor de enseñarle a conservar el aroma y después de varios exprimentos este lo remitió a otra ciudad donde prodria encontrar la fórmula de conservar el aroma y lo dejó ir junto con una carta de trabajador jornalero si le escribia 100 fórmulas y así lo hizo y partió. El perfumero se acostó a dormir pero nunca despertó pues su casa se derrumbó totalmente y murió junto con su esposa.
BAPTISTE durante su viaje se dejó guiar por el olor y quedó maravillado con un lugar, una cueva que carecía de olor, solo estaba el olor a piedra vieja, arena y musgo y allí se quedo mucho tiempo hasta que un dia se dio cuenta que carecía de olor corporal y esto lo indujo a reanudar su camino hacia la conservación del olor.
Llegó a la nueva ciudad en donde encontró las siguientes victimas que necesitaba y persiguió a la última que era la victima perfecta para extraer la fragancia más exquisita del mundo. Luego lo capturaron y lo iban a ejecutar pero tenía en su poder la fragancia que tanto había soñado y se la aplicó el cual sacó de la realidad a todos aquellos que querían condenarlo , quienes lo vieron como un ángel y calleron a sus pies y se desbordó el amor en todos llegando a perder su cordira y razonamiento hasta que despertaron de ese dislumbramiento y borraron ese momento de su mente para siempre.
Luego como tenían que buscar un culpable ejecutaron en la horca al jefe donde el trabajaba pues allí habían encontrado los cuerpos de las víctimas.
BAPTISTE anduvo entonces herrante, sin sentido de la vida pues no podía sentir amor, ni tenía aroma alguno y terminó siendo víctima de su propia creación en el mismo lugar donde nació Paris.
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PRETENCIONES DE LA ESTETICA COMO REFLEXION FILOSOFICA "Pelicula El Perfume"
La pretensión estética de esta película es realizar una obra que hable de la belleza; esta belleza era la que estaba buscando el protagonista; lo que a él le faltaba su aroma y el amor que le falto desde el vientre de su madre y que lo bordeo durante toda su vida.
La obra nos transporta de la realidad a un mundo imaginario e inconcebible mediante una metáfora que transforma lo real con lo irreal; lo ético con lo anti-ético, lo moral con lo inmoral, lo bello en contraste con lo feo.
Es el espritu mismo que hay dentro del hombre y su percepción que hace de la realidad de acuerdo a su objetivo a su búsqueda, a su encuentro con lo que le falta.
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LA ESENCIA DE LO ESTÉTICO. Friedrich Kainz
Puntos de vista teórico, práctico y estético
El adjetivo "estético" no tiene para nosotros una significación objetiva, sino, en primer término, una significación de estado, funcional. Designa un determinado punto de vista, un tipo de apercepción, una manera de concebir la vivencia de la captación de los valores y del comportamiento cultural espiritual.
El mejor camino para explicar la peculiaridad y el carácter específico e irreductible de este punto de vista consiste en poner algunos ejemplos que ilustren la mutua distinción entre este modo de enfocar las cosas y los demás. Supongamos que tres hombres recorren un bosque. Uno de ellos es botánico. La belleza del bosque le es indiferente; lo que busca en los árboles y en las plantas, al examinarlos, es una visión teórica de su morfología, de la fisiología genética y sistemática vegetal; toda su preocupación se dirige a ver las cosas tal y como ellas son en sí mismas. Su actitud obedece a un punto de vista teórico intelectual. El segundo de los tres hombres de nuestro ejemplo es un leñador: ha recibido orden de entregar una determinada cantidad de madera, y examina los árboles buscando los más adecuados para cortarlos y sacar de ellos la madera que debe suministrar. El punto de vista de este segundo personaje es absolutamente práctico. El tercero es un excursionista, entusiasta de la naturaleza. No ha venido al bosque tratando de enriquecer sus conocimientos ni su visión teórica; tal vez no sabe siquiera o, si lo sabe, no se preocupa de ello si los árboles que tiene delante son pinos o abetos. Le tiene sin cuidado, asimismo, el aspecto económico material del bosque. Lo único que en él busca es contemplarlo, recrear en él su mirada. No mira, por decirlo así, por encima del bosque, hacia otros objetivos, sino que deja que su mirada se pose amorosamente en él complaciéndose en contemplarlo con despierta y profunda sensibilidad. El suyo es el punto de vista estético.
Otro ejemplo. Varias personas ven cómo una casa arde en medio de la noche. Una de ellas se pone a cavilar cómo ha podido producirse el incendio y examina la posibilidad o las posibilidades de que se extienda. Adopta, al hacerlo así, el punto de vista teórico intelectual. Otra, impulsada por un sentimiento activo de compasión hacia los moradores de la casa, corre a ella para prestarles socorro y ayudar en la extinción del incendio: adopta, por tanto, una actitud eminentemente práctica. El tercer punto de vista posible, el estético, es el de quien no se para a pensar ni corre a apagar el fuego, sino que lo contempla, sencillamente, viendo en él un espectáculo bello, aunque pavoroso.
Ni siquiera las obras de arte pueden estar seguras de encontrarse siempre con una actitud estética por parte de quien las contempla, aunque en este caso la actitud del espectador no es tan facultativa como en los casos anteriores, sino que siempre y cuando que sea la adecuada al objeto se ve encauzada por él hacia determinados derroteros. Cuando un profesor de estética examina una catedral gótica para ver cómo se han resuelto en ella los problemas planteados por la técnica de la bóveda, aborda la obra arquitectónica contemplada con una actitud teórico intelectual. El que, a la vista de la catedral, se lamenta de lo que considera como un derroche de dinero y de trabajo, por creer que los medios empleados para levantarla habrían podido invertirse con mejor fruto, se coloca en el punto de vista práctico. Quien contempla la catedral desde el punto de vista estético es el que se limita a recrearse con la sublime belleza de su fábrica, sin ver en ella más que los valores impresionantes, emotivos, que la mera contemplación de la obra revela.
La vivencia de gozo que se produce en los casos del pleno y puro comportamiento estético se distingue por rasgos propios y característicos de los valores positivos de vivencia en que se traduce el comportamiento intelectual, ético práctico, religioso, etc. Quien contempla con deleite un capullo de rosa recién abierto y bañado por el rocío de la mañana, quien escucha con placer una bella melodía o sigue con profunda emoción el desarrollo de un drama en la escena, se entrega a una vivencia de una estructura psíquica específica y peculiar. No es necesario tener una gran capacidad de introspección para darse cuenta, en lo que a esa estructura psíquica se refiere, de que la satisfacción del espíritu que en tales casos se produce fluye directamente del simple hecho de contemplar o escuchar lo que nos deleita o conmueve.
Nos comportamos estéticamente ante las cosas y ante sus formas cuando las contemplamos y vivimos sin buscar otra finalidad que lo que ellas puedan dar a nuestro sentimiento. Lo específico y peculiar de la actitud estética reside en que, al adoptarla, nos entregamos por entero a la contemplación o a las percepciones del oído, sintiendo con ello como un estado de beatitud, sin ir más allá ni buscar nada más allá de esta pura impresión. Sin que, al decir esto, queramos referirnos tan sólo, naturalmente, al lado externo de la percepción sensible, sino al acto de la captación y asimilación espiritual, considerado en su conjunto.
Añadiremos aún unas cuantas palabras para tratar de esclarecer todavía más a fondo la distinción entre estos tres puntos de vista. Al punto de vista intelectual, que, plenamente desarrollado y en toda su pureza, es siempre un punto de vista teórico, no le interesa nada del objeto, ya que éste no tiene, para él, ningún contenido real de vida, ningún valor real. El teórico aspira únicamente a conocer las cosas, sin extraer de ellas ninguna utilidad práctica. El objeto sobre el que recae la consideración teórica es objeto de un conocimiento, puro; lo que se busca es la verdad, siendo relativamente secundario, para el teórico puro, el que esta verdad sea o no provechosa, el que se pueda o no sacar de ella alguna utilidad.
El punto de vista que asumimos en la conducta de la vida real y que sometemos, en primer lugar, a la normación de la ética y, en segundo lugar, a las reglas de la economía, es un punto de vista eminentemente práctico. Lo que aquí se tiene en cuenta es la licitud moral y jurídica de los actos, así como también la utilidad y la conveniencia de éstos para la vida, valorándose las cosas según su idoneidad para la consecución de ciertos fines. El concepto de fin ocupa, aquí, un lugar primordial, lo que hace que el comportamiento práctico se revele como lo diametralmente contrario a la actitud estética.
Considerado desde el punto de vista estético, el objeto no es nunca medio para un fin, sino siempre un fin en sí (es lo que llamamos la autotelia de lo estético). No se busca ni se indaga, aquí, la utilidad real, la idoneidad práctica, el progreso del conocimiento, la verdad ni el valor moral. El punto de vista estético es, por ello, el reverso completo del comportamiento práctico. Pero también se distingue esencialmente del punto de vista teórico, aunque tenga con éste, sin embargo, ciertos puntos de contacto. Más adelante nos referiremos de nuevo a esto.
Nos sentimos incitados a adoptar una actitud estética, dice K. Köstlin, cuando el objeto nos atrae y fascina de tal modo por su forma, que nos entregamos con deleite a su contemplación, sin apartar la mirada de él. Lo característico de esta actitud contemplativa, que no es una actitud intelectual, ni una actitud operante, activa, pero tampoco una actitud de goce sensual, consiste en que nos estimula y llena nuestro espíritu de afanes deleitosos, pero de un modo fácil y agradable, con una gran libertad y sin imponemos el esfuerzo de un trabajo "serio", práctico, obligatorio y encaminado a un fin.
Contemplación, desinterés y pureza
Es usual la tendencia a expresar el comportamiento estético por medio de los criterios estampados en este epígrafe, siendo bastante marcada la coincidencia que en este sentido apreciamos.
Contemplación es la antítesis de todo comportamiento activo, desplegado para la consecución de fines externos y puesto al servicio de las aspiraciones y los objetivos prácticos de la voluntad. La pureza tiende, asimismo, a significar que la conducta contemplativa, entregada a la intuición sensible, se halla libre de toda relación con cualquier fin práctico, de todo interés egoísta.
Según Kant, el comportamiento psíquico del hombre puede denominarse estético cuando es desinteresado (o, por mejor decir, ainteresado). Esta característica, esencial para llegar a captar la esencia de lo estético, no significa, ciertamente, carencia de interés, indiferencia: lejos de ello, toda auténtica obra de arte suscita en nosotros un interés intenso y profundo. Existe, ciertamente, un interés, en el sentido de la simpatía por el objeto, pero no un interés de orden práctico, el afán de obtener ventajas materiales o una utilidad real para la vida.
La palabra “interés" tiene, como es sabido, dos sentidos. Significa, en primer lugar, el estímulo espiritual, la excitación de las funciones psíquicas, el interés espiritual por algo. Interpretado en este sentido, el interés es una sensación intelectual, enlazada a los actos de intuición y de conocimiento y que para nada perturba o tergiversa la vivencia estética. Significa, en segundo lugar, una ventaja, el deseo de una utilidad material para la vida, el interés en algo; en este sentido, se habla de los intereses de un capital o se llama interesado a un hombre que vive atento a lo que pueda reportarle una ventaja. Nos referimos, con ello, a una sensación de la voluntad que nos impulsa a realizar actos encaminados a apropiarnos aquello que apetecemos o a sacar de ello ciertas ventajas de orden material. Este interés es el que Kant considera incompatible con la conducta puramente contemplativa, característica del comportamiento plenamente estético.
He aquí las palabras de Kant: "La complacencia que determina los juicios del gusto es ajena a todo interés. Llamamos interés a la complacencia que lleva aparejada para nosotros la representación de la existencia de un objeto. Este guarda siempre, por tanto, relación con nuestra capacidad de apetencia, bien como razón determinante de ella, bien como algo necesariamente relacionado con su razón determinante. Ahora bien, cuando nos preguntamos si algo es bello, no tratamos de saber si esperamos o podríamos esperar algo de la existencia de una cosa, sino sencillamente cómo la enjuiciamos desde el punto de vista de la simple contemplación (intuición o reflexión)."
La existencia real del objeto de mi vivencia estética de percepción o representación es indiferente para mí, toda vez que no quiero ni espero de él nada práctico, que no mantengo con él ninguna relación seria. Se trata, simplemente de saber si la sola representación del objeto lleva aparejada, en mí, una sensación de agrado. Según Kant, "los juicios del gusto son puramente contemplativos, es decir, juicios que, mostrándose indiferentes en lo que se refiere a la existencia de su objeto, sólo se preocupan de una cosa: de saber si provocan en nosotros la sensación de agrado o desagrado". Cuando digo que tengo interés por un objeto, quiero decir, entendida la cosa en este sentido, que la existencia de ese objeto significa algo para mí, que me importa su existencia empírica, el objeto mismo, y no meramente su imagen, su representación, la qualitas y la essentia, pura y simplemente. En cambio, cuando por "interés" entendemos el que nos sugiere el puro y simple modo de ser de algo dado, nada puede objetar a ello la estética de la contemplación. Hay que saber distinguir, por tanto, entre interés real e interés ideal. Y asimismo subraya E. von Hartmann, quien en éste como en otros puntos atenúa el rigorismo estético de Kant, que la forma de la apariencia estética es perfectamente compatible con la existencia de un interés ideal por la representación de un objeto, por la existencia irreal de éste.Toda otra actividad humana, si ha de tener un sentido, tiene que encaminarse a un fin; el comportamiento estético, en cambio, se caracteriza por ser algo desinteresado, entendiendo por interés la referencia práctica a un fin. El comportamiento no aspira, aquí, a nada fuera de sí mismo y del objeto que le sirve de contenido, puramente en cuanto a su modo de manifestarse, en la imagen pura con que se revela a nuestra contemplación. En el instante mismo en que se desliza en el comportamiento estético un fin externo, cualquiera que él sea, aquél deja de ser lo que es o pierde, por lo menos, su pureza. El modisto que estudie los cuadros históricos de un Delacroix para sacar de ellos modelos de vestidos, no experimentará una vivencia estética ante esas obras de arte.
El comportamiento estético debe entregarse al objeto en actitud de pura contemplación, no debe trascender de él, exceptuando las asociaciones necesarias, es decir, las impuestas por el objeto mismo.Y debe hallarse, sobre todo, libre de todos los pensamientos egoístas inspirados por el afán de posesión o el sentimiento de la repulsión. La contemplación de un cuerpo desnudo de mujer no constituye una vivencia estética cuando el hombre que lo contempla se siente dominado por el impulso erótico o torturado por el deseo de que el cuerpo que se ofrece a su mirada fuese el de su mujer. Estos pensamientos frustran la vivencia estética, por muy perfecta que sea la belleza del cuerpo femenino que se tiene ante la vista. Quien contemple una espléndida casa de campo, no desde el punto de vista de sus cualidades arquitectónicas, sino acuciado por el deseo, determinante de toda su actitud y de todos sus pensamientos, de llegar a poseer una mansión tan confortable como aquélla, es decir, con un sentimiento de envidia o apetencia que empaña la pureza de la contemplación, rompe con ello la vivencia estética.
Pero más destructivo aún que el afán de la posesión es el sentimiento de la repulsión. Ante cosas desagradables, es corriente oír exclamar: “¡Qué horror! ¡Eso es antiestético!" Esta reacción de repugnancia indica que nada atenta tanto contra el punto de vista puramente contemplativo, morosamente apegado al objeto, como el sentimiento de asco.
Para que la pura contemplación sea posible, es necesario que el objeto se halle distanciado de nosotros, fuera de órbita de nuestra vida práctica, que pase a segundo plano en nuestra conciencia toda relación real con el objeto, ya sea positiva o negativa, favorable o perjudicial. Es lo que queremos decir cuando hablamos del aislamiento estético. Lo estético es un valor muy frágil, fácil de quebrar, al que perjudica todo contacto con lo práctico, de cualquier clase que ello sea. Difícilmente podríamos encontrar un motivo de contemplación estética en el incendio que devora nuestra propia casa. La persona que se sienta objeto cómico a los ojos de los demás no encontrará en ello, ciertamente, una fuente de humorismo. La muerte de Sócrates, que hoy nos parece sublime y trágica, sólo pudo producir en sus deudos y amigos, en el momento de ocurrir, una sensación de espanto y de tristeza.
Por tanto, para que pueda darse la contemplación estética, hace falta que el objeto se desconecte de toda motivación de orden práctico, de todo interés. Esta ausencia de interés constituye una de las características esenciales del punto de vista estético.
*Friedrich Kainz, Estética, trad. de Wenceslao Roces, Fondo de Cultura Económica, México, D. F., 1952, pp. 56 59 y 72 75.
Publicado por Luz del C. Magaña en 10:00 PM
Copiado y publicado Por: Bandaranaike Pardo. Domingo 20 de 2011 08:48 p.m trabajo colaborativo.
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COMENTARIO PERSONAL
Texto Interesante ya que nos muestra el contraste entre lo que vemos y la actitud estética de este; pues de acurdo a nuestro objeto de estudio u observación le vamos a dar significancia o significado al mismo.
Muchas veces lo que nos gusta es lo que nos deleita y no siempre será lo más bello pues eso lo define solo la percepción propia con su espíritu crítico.
Personalmente creo que no se puede afirmar la objetividad estética ya que nuestras mentes muchas algunas veces nos traicionan con respecto a la realidad.
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• ¿Qué es lo estético?
Es todo lo que podemos ver y que se dá por naturaleza y que mediante el estudio de la estética podemos reflejar la sensibilidad ante lo que vemos y percibimos; nuestros gustos y los que no lo son; es el arte de la belleza mediante la percepción y sensación de esta. Ya que esta estudia las emociones, las emociones y las formas estéticas en el arte. Como decimos lo estético es la percepción sobre la percepción misma.
No es estético es la actitud practica de contemplar algo; cuando el sujeto solo se interesa por la utilidad del objeto que tiene en frente; no se fija en los detalles perceptivos sino en percibirlo por percibirlo; no se fija en los detalles.
• ¿Existe alguna relación entre el gusto y conocimiento? En qué forma se da, porqué se da, cómo se da, entre otros elementos?
Gusto es una especie de sentido formal que lleva a la cooparticipacion del propio sentido del placer y el dolor.
El gusto cuando se va incrementando puede en muchas ocasiones generar diferentes tipos o relaciones de conocimientos en la medida en que este genere dentro del individuo interés y agrado y viceversa con respecto al conocimiento que me puede parecer cada vez más atractivo dependiendo del interés que despierte el objeto del gusto en si.
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Un enlace relacionado con la película “EL PERFUME” es el libro “LAS CONVERSACIONES PROVADAS DE HITLER; quien en la introducción del libro realizada por HUGH TREVOR-ROPER, redacta y hace las preguntas sobre quién es Hitler y textualmente dice: “Conocíamos sus hechos y discursos, pero lo ignorábamos casi todo a cerca de su personalidad y sus ideas hasta que descubrió este registro oficial de las conversaciones del sobremesa del Fuhrer con los miembros de su entorno”... Es un libro interesante a mi parecer que relaciono con esta obra de la película “EL PERFUME”.
Conversaciones Privadas con Hitler
Hugh Trevor-roper
Editorial/Distribuidor: Editorial Crítica
ISBN 10: 8484325156
ISBN 13 / Cód Barra: 9788484325154
Idioma: CASTELLANO
Tema: Historia Contemporánea
Año Edición: Dic./2009
N° de Edición: 1ª edición
Encuadernación: Tapa dura
Formato: 23 x 16 cm
Pags: 640
Conversaciones Privadas con Hitler
Hugh Trevor-roper
Editorial/Distribuidor: Editorial Crítica
ISBN 10: 8484325156
ISBN 13 / Cód Barra: 9788484325154
Idioma: CASTELLANO
Tema: Historia Contemporánea
Año Edición: Dic./2009
N° de Edición: 1ª edición
Encuadernación: Tapa dura
Formato: 23 x 16 cm
Pags: 640
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